jueves, 20 de enero de 2011

La metamorfosis

Veinte de enero de 2011: Un día especial. Desayuné con la sola compañía de la luna llena iluminando la cocina. Fui a trabajar y después estuve hablando con la psicóloga. Escuchó mi relato casi sin pestañear y con la boca ligeramente abierta...
 
Me hizo algunas preguntas de esas que se quedan resonando en lo oídos durante algunas horas pero en la línea de: ¿qué hace una chica como tú con una gente como esa?)
 
Me dijo que le gustaría verme con más rabia... Le dije que no quería sentir ira y que me había dado cuenta de que mi cambio iba por el camino correcto... lo que dije después se lo dije alto y claro: Yo no conozco a ese hombre, no lo conozco y no lo quiero.
¡BIENNN!, exclamó
 
...
 
Cuando acabé de hablar me dijo -me gustaría darte un abrazo- ¡dámelo le contesté!, nos abrazamos y me fui un poco más libre que cuando entré.
Me fui a la peluquería sin comer, allí pasé un buen rato mientras el peluquero me contaba de su viaje a Africa (Tanzania).
 
...
 
Vuelta a casa. Recordé lo que me impactó la lectura del principio de La metamorfosis. Un hombre que amanece convertido en insecto: Cambia el cuerpo y permanece la mente. En las ficciones de reencarnaciones, posesiones y similares es al revés: mismo cuerpo y diferente interior. ¡Podría llenar unas cuantas páginas con este tema! 
 
¿Por qué forzamos tanto la vista y nos aferramos a ver lo que no existe?
 
La vida sigue, el cielo es un espectáculo magnífico en este preciso momento y yo quiero hacer muchas cosas aún hoy. En mi ahora que es todo lo que tengo.