jueves, 23 de junio de 2011

Serenando el espíritu

Hoy ha sido un día muy denso. Muchas conversaciones, muchos recuerdos, muchas cosas que seguir cambiando y, todo eso, con calor.
Poco después de las 8 me he sentado a relajarme con la voz de José Silva y después he abierto el correo. Me he alegrado mucho al encontrarme un correo en particular. Es de una persona que está luchando contra el cáncer.
Después he abierto otro en el que me enviaban la música del Ave María de Schubert (violín). Tengo con esa música unas vivencias muy especiales porque ha llegado a mis oidos en numerosas ocasiones en las que me encontraba hundida y siempre ha sido como un aviso de solución o mejora muy importante. ¡Lo más curioso es que se me cuela en los oidos a través de los sitios más diversos: la radio en una emisora que sintonizo por casualidad, altavoces de un colegio, la música de un coche. Hoy ha sido en una presentación power point.
Cuando empiezo a escucharla se me anuda la garganta, agacho la cabeza, me vuelvo a sorprender de lo bella que es, las notas parecen entrar en mi cuerpo por los pies, poco a poco me liberan del peso del problema que tengo y me dejan una dulce lasitud.
Esta versión es de guitarra, la he buscado para mi y para compartirla con personas de buena voluntad con el deseo de que experimenten lo mismo que yo


¿Mi amarido?... Supongo que en comunión con el güisqui y con alguna interesante y sesuda párrafada con su amor-más-allá-de-las leyes (¡hasta las físicas)... Desde hace muy poco ya es mi quasi-ex-amarido. Virtualmente y después de esperar los1000 días de gracia, esta noche arde en la hoguera de San Juan ¡Si ven un fogonazo intenso es él y el alcohol que lleva dentro!

¡Ay el alcohol!

miércoles, 22 de junio de 2011

1000 días de malquerida

  
       Pues si, hace escasos minutos, se han cumplido 1000 días de que tengo a-marido, es decir de que "contraté marido"...  1000 días del inicio de un aborto-matrimonial  anunciado por Eufemia (¡quién mejor que el asesino puede vaticinar la muerte del asesinado!)
 
     ¿Por qué conté los 1000 días?: ¿soy una neurótica? ¿una matemática? ¿una loca?... No soy matemática, puede que sea neurótica o loca pero prefiero pensar que conté los días porque había decidido amar y, por tanto preví la celebración. Así de simple.
 
     Hace mucho tiempo que le dije a mi amarido que él no sabía lo que era amar y hace muy poco me envió un escrito donde dice que amar es dar... (sin esperar contraprestaciones....etc)
 
    Yo se que las definiciones son difíciles pero amar no es dar, son dos verbos distintos e implican acciones diferentes.
     No esperen que invente nada, los diccionarios están ahí:
 
 
Amar: Tener amor a alguien o algo.
Amor:
  • Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
  • Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
  • Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
      Creo que estas acepciones abarcan bien lo que es amar (a alguien o algo) y aclaran de forma acertada en qué se expresan las acciones propias de un verbo.
      Amor es sentimiento y nace de nuestra insuficiencia primigénia y del intento de superarla uniéndose con otro ser para llegar a ser más feliz. Se desarrolla como las plantas: o se cultiva o se deja a su aire y los resultados son lo mismo que en los vegetales
      Cuando se ama cualquier cosa que se haga (o que se deje de hacer) para procurar la felicidad del otro o de ese nuevo ente que es la pareja es amar.
      Se ama cuando, se abraza, cuando se besa, cuando se barre, cuando se escucha, cuando se añora, cuando se prescinde de lo que te apetece hacer, cuando se respeta, cuando se renuncia al ser amado... ¡cualquier cosa que provoque bienestar al otro es bueno para los dos!
 
                         ¿Tiene que ver no saber lo que es amar con el alcoholismo?......Sinceramente creo que no.
 
 
                          ¡Podría escribir más pero tengo un nudo en la garganta y niebla en los ojos!
 
                                                ¡Ay el alcohol!

sábado, 18 de junio de 2011

Sentaditos en el váter

No he contado cómo ha sido la sentencia. Ahora no tenga ganas pero diré que he perdido la fe en la justicia y, lo que es peor, en las mujeres puesto que todas eran mujeres. No me gusta que se diga "jueza" (¿por qué no "juezo" para los hombres?) o fiscala (¿por qué no fiscalo?) pero éstas se lo han ganado a pulso y les voy a poner la dichosa "a" con toda su carga negativa.
¡No dieron una!: Suspenso categórico. Claro que las ayudó el desgraciado de mi amarido que testificó: "me vió" cómo le echaba a Eufemia agua sobre la cabeza y no vio cómo la otra me arañó, rompió las gafas y aporreó... La verdad es que estaba tan borracho que no recuerda nada, ni lo que dijo haber visto ni lo otro.
Ni que decir tiene que he sentido y siento rabia, dolor,  humillación y deseos de venganza. La sensación más fuerte es la indefensión más absoluta y el estupor ante el descarnado sentimiento de mi amarido por mi: absoluta indiferencia. Estoy segura que nunca amó a nadie.
 
¿Cómo cambiar toda esta inmundicia en algo positivo? ¿Podré? ¿Será un reto insuperable para mi?
...
Voy a estar unos días relajándome, inclinando mi cabeza y pidiendo "que sea lo mejor para las personas involucradas en este problema"
...
Mi amarido sigue dándo vueltas en su noria. Quedó conmigo este fin de semana "para hablar" pero cambió los planes y está con Eufemia que debe estar muy amorosa con su caballero después del falso testimonio que presentó en el juicio. Su demencia avanza implacable. Ya no se puede hablar en serio con él. Haciendo lo que no debía tuvo una caída y puede que lo operen, si tiene suerte la convalecencia lo obligará a la abstinencia. Yo no me atrevo a acercarme a la casa, ¡aún me retumban los puñetazos en la cabeza!
 
De momento he decidido combatir la amargura con risa, los visualizo en caricaturas, sentaditos en sendos váteres, uno al lado del otro, mirándose con arrobo hasta que un fuerte aroma impregna el ambiente y, entonces ¡empiezan a pelearse!...
 
¡Ay el alcohol!