martes, 13 de marzo de 2012

El perdón III

     ...."Es como la gasolina del cuerpo,... o sea que se ha quedado sin gasolina. Lo que no entiendo es cómo... bueno si..., ...usted es joven, lo ha soportado porque es joven..." 
     Todo eso me decía, o mejor balbucía, la médico especialista mientras veía con incredulidad los resultados de mis análisis. Pues si, no se sabe cómo no me he caído pero no lo he hecho. Me he sentido cansada pero estaba psicológicamente tan mal que pensé que era por eso.
     No, no soy joven. Muy cerca de la jubilación y muy lejos de la felicidad, los malos tratos recibidos han sido la semilla cuyos frutos empiezo a recoger ahora. Creo que no estaré muy lejos de la verdad si interpreto que con la bajísima autoestima con la que cuento ha sido lógico que desarrolle esa reacción autoinmunidad que hace que "me coma" lo que la médico llamó "la gasolina": ¡me castigo porque he sido mala !

¿Cómo luchar si no tengo energía?
...

     Ayer fue un día particularmente oscuro quizá porque fui consciente que nunca en mi vida he estado tan sola sin desearlo y, a momentos, perdí la esperanza de volver a recuperar una vida normal... ¡fueron horas duras!.

     Sigo teniendo demasiada ira acumulada, ¡tengo que seguir trabajando para conseguir el famoso perdón!

     Esta mañana me cruce con mi exmarido, íbamos cada uno en su coche y me saludo con la mano con un gesto que me pareció alegre. Dentro del coche musité ¡cuánto te echo de menos!. Los ojos empezaron a picarme y la mandíbula a temblar levemente pero reaccioné rápido: encendí la radio, pensé que había pasado con él los mejores años de mi vida, que era un ser excepcional y.... sonreí suavemente al comprender que lo había perdonado, dejado ir y que ahora deseaba que todo le fuera bien. Tampoco yo me reprocho nada, al contrario creo que puedo estar orgullosa de mi comportamiento.
        ¡Seguí mi camino en paz!.