sábado, 18 de junio de 2011

Sentaditos en el váter

No he contado cómo ha sido la sentencia. Ahora no tenga ganas pero diré que he perdido la fe en la justicia y, lo que es peor, en las mujeres puesto que todas eran mujeres. No me gusta que se diga "jueza" (¿por qué no "juezo" para los hombres?) o fiscala (¿por qué no fiscalo?) pero éstas se lo han ganado a pulso y les voy a poner la dichosa "a" con toda su carga negativa.
¡No dieron una!: Suspenso categórico. Claro que las ayudó el desgraciado de mi amarido que testificó: "me vió" cómo le echaba a Eufemia agua sobre la cabeza y no vio cómo la otra me arañó, rompió las gafas y aporreó... La verdad es que estaba tan borracho que no recuerda nada, ni lo que dijo haber visto ni lo otro.
Ni que decir tiene que he sentido y siento rabia, dolor,  humillación y deseos de venganza. La sensación más fuerte es la indefensión más absoluta y el estupor ante el descarnado sentimiento de mi amarido por mi: absoluta indiferencia. Estoy segura que nunca amó a nadie.
 
¿Cómo cambiar toda esta inmundicia en algo positivo? ¿Podré? ¿Será un reto insuperable para mi?
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Voy a estar unos días relajándome, inclinando mi cabeza y pidiendo "que sea lo mejor para las personas involucradas en este problema"
...
Mi amarido sigue dándo vueltas en su noria. Quedó conmigo este fin de semana "para hablar" pero cambió los planes y está con Eufemia que debe estar muy amorosa con su caballero después del falso testimonio que presentó en el juicio. Su demencia avanza implacable. Ya no se puede hablar en serio con él. Haciendo lo que no debía tuvo una caída y puede que lo operen, si tiene suerte la convalecencia lo obligará a la abstinencia. Yo no me atrevo a acercarme a la casa, ¡aún me retumban los puñetazos en la cabeza!
 
De momento he decidido combatir la amargura con risa, los visualizo en caricaturas, sentaditos en sendos váteres, uno al lado del otro, mirándose con arrobo hasta que un fuerte aroma impregna el ambiente y, entonces ¡empiezan a pelearse!...
 
¡Ay el alcohol!